En el extremo sur de América
Latina, Aníbal Ponce (1898-1938) tomaría como punto de referencia las ideas
marxistas para hacer una interpretación de la educación desde la lucha de
clases. Este análisis quedaría plasmado
en su volumen de lecciones, “Educación y Lucha de Clases”, publicado en 1934.
Como aclaración, es importante
destacar que el anti imperialismo de Rodó, con antecedentes y correlatos en
Martí, de Hostos, Vasconcelos y otros muchos, es anterior a la aparición del
marxismo en Latinoamérica. Algunos
marxistas, entre ellos José Carlos Mariátegui, incluso criticaron el arielismo
de Rodó, por considerarlo ingenuo y burgués; sin embargo, Ponce y los nuevos
marxistas latinoamericanos seguirían a Rodó (véase Jáuregui, 2004, p. 157).
Aníbal Norberto Ponce nació en Argentina,
en donde vivió épocas de importantes cambios sociales y políticos. Ejerció como docente de Psicología en varias
universidades, hasta que fue expulsado por el gobierno por su simpatía con las
ideas marxistas. Así, se exilió en México, en donde murió, bastante joven, a
raíz de un accidente de tránsito. Uno de
sus maestros fue el psicólogo y filósofo José Ingenieros, nacido en Italia y
emigrado a Argentina, muy conocido por su libro “El hombre mediocre”. Se dice que Ingenieros tenía una filosofía positivista
(Arpini, 2006), añadiendo más tarde Ponce a las enseñanzas de su maestro, las
ideas socio-históricas del marxismo.
Ponce participó en el Partido Comunista de Argentina, y se destacó como
autor de ensayos críticos.
Los aportes de Ponce a la teoría
social y política, desde el marxismo, se han considerado centrales para la
filosofía latinoamericana; sin embargo, hizo también numerosos aportes a la
Psicología como disciplina, los cuales no han sido tomados en cuenta
suficientemente. Autores como García
(2009), se han dado a la tarea de rescatar sus contribuciones a la
Psicología. Particularmente, Ponce
escribió mucho desde la reflexología, en el campo de la Psicología Fisiológica,
la Psicología de las Emociones y la Psicología del Desarrollo Humano.
En su libro “Educación y Lucha de
Clases”, Ponce hace un recorrido por la educación desde la sociedad primitiva
hasta el presente (de su época), estableciendo un nexo entre el ejercicio del
poder y la forma como la educación contribuye a este. Así, resalta cómo la educación ha servido
siempre, a lo largo de la historia, los intereses de los grupos
dominantes. En la antigua Grecia, la
educación estaba reservada a los ciudadanos y vedada para los esclavos; se imponía
la instrucción para la guerra y para quienes iban a ocupar los cargos
públicos. Lo mismo ocurrió en Roma. Las nacientes burguesías desplazaron al poder
monárquico y eclesiástico, para instituir una educación dirigida a promover las
ideas liberales para favorecer el comercio.
Critica a Pestalozzi y a otros pedagogos, por cuanto considera que
solamente tenían el interés de educar para que las personas asumieran los
oficios que a la postre beneficiaban a los poderosos. De manera similar, en la revolución
industrial, la educación jugó el papel de adiestrar a los obreros que eran
explotados en las fábricas. De acuerdo
con Ponce, no hubo un verdadero interés por ofrecer una educación popular con
carácter emancipatorio para la toma de consciencia de las clases obreras y
campesinas. En otras palabras, aludiendo
al título de su obra, la educación para Ponce ha estado siempre al servicio de
la clase dominante, en las diferentes sociedades y etapas históricas.
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