martes, 30 de julio de 2013

José Vasconcelos (1882-1959)



José Vasconcelos fue uno de los pensadores latinoamericanos identificados con el anti-positivismo.  Si bien se formó bajo su influencia, reconoció las limitaciones de imitar la cultura y los valores de la sociedad europea y norteamericana.  Su filosofía se acerca al idealismo y al espiritualismo que surgieron en el siglo XX como reacción ante el positivismo que imperó en el siglo anterior.  Sus ideales, como los de otros latinoamericanistas, giran en torno a una unión de los pueblos de América Latina, y al reconocimiento de una raza mestiza, como una fortaleza de nuestros países, y no como un símbolo de “barbarie” o de una raza inferior.  Vasconcelos fue el autor del lema de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que dice: “Por mi raza hablará el espíritu”. Sobre Vasconcelos, dice Leopoldo Zea (1976):

Los pueblos latinoamericanos tienen también sus cualidades y es sobre ellas que ha de descansar el futuro de sus pueblos si han de sobrevivir en la pugna que se ha abierto para someterlos definitivamente.  “¡Cómo deben reír de nuestros desplantes y vanidades latinas estos fuertes constructores de imperios! Ellos no tienen en la mente el lastre ciceroniano de la fraseología, ni en la sangre los instintos contradictorios de la mezcla de razas disímiles; pero cometieron el pecado de destruir esas razas, en tanto que nosotros las asimilamos, y esto nos da derechos nuevos y esperanzas de una misión sin precedente en la historia” (p.170).

Filósofo, escritor, ensayista, orador, profesor universitario, se graduó como abogado en 1905; fue Rector de la Universidad Nacional de México, e incluso se postuló a la presidencia de la República en 1929.  Ejerció la docencia universitaria en Estados Unidos y en Europa.  Fue además Secretario de Educación Pública, desde donde dirigió una profunda y extensa reforma educativa.  Promovió las artes a través del muralismo con temas indígenas y fue director de la Biblioteca Nacional (Ocampo López, 2005).

Apunta Lazarín Miranda (2009) que la filosofía educativa de Vasconcelos fue más allá de enseñar a leer y escribir; consideraba que tenía que existir una formación humanista de carácter integral, razón por la que fomentó el establecimiento de bibliotecas e impulsó las bellas artes en su país.  Reforzó lo que para él eran los fundamentos de la educación nacional: que esta fuera laica, gratuita y obligatoria.  La educación debía ser además para ambos sexos y para todas las clases sociales.  En el campo artístico, Vasconcelos estimuló la realización de grandes obras murales, Precisamente, una obra de Diego Rivera adorna el edificio de la Secretaría de Educación Pública de México, y fue elaborada a petición de Vasconcelos. 

La obra educativa de Vasconcelos está basada en su consideración de que Latinoamérica debe crear su propia filosofía y su ciencia.  Estaba convencido de que la educación era la actividad más importante del Estado, y que se educaba también a través de las artes y de la promoción cultural.  Fue secretario de Educación Pública entre 1921 y 1924. Vasconcelos organizó las Misiones Culturales, equipos interdisciplinarios que iban a las comunidades para educar y brindar una atención integral, con maestros, trabajadores sociales, artistas y especialistas en desarrollo infantil.  De ahí nacieron las escuelas normales regionales, y les dio a las escuelas el carácter de Casas del Pueblo, como centros de actividades culturales.
En palabras de Ocampo López (2005):

En la historia de la educación iberoamericana, el humanista y educador José Vasconcelos, es el filósofo del nacionalismo y de la iberoamericanidad, en un pueblo mestizo producto del hibridismo de tres pueblos y culturas.  En su obra educativa en el primer lustro de la década de los veinte en México, se propuso hacer de la escuela una casa del pueblo y del maestro un líder de la comunidad.  Después de la revolución mexicana, Vasconcelos fortaleció la identidad del país azteca y en su pensamiento y acción educativa se propuso señalar a los mexicanos y a los iberoamericanos que el estímulo a la educación es el único camino para superar la crisis nacional y alcanzar la meta del desarrollo y el progreso de estos países.  Su gran gestión en la Universidad Nacional de México y en la Secretaría de Instrucción Pública, que lo llevó a elevar el nivel educativo y cultural del pueblo mexicano, lo convirtió en el ejemplo para los estadistas y educadores en este pueblo de Iberoamérica que transmite hacia el futuro la esencia de una ‘Raza Cósmica’, síntesis de la cultura universal (p.159).

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